MANUEL GEBAUER KLEIN
EL PIONERO
“Don Manuel Gebauer Klein fue uno de los agricultores que iniciaron el desmalezamiento y drenaje de los pantanos ubicados al poniente del pueblo, allá en 1919.
Procedía de Puerto Varas, donde naciera en 1877. Sus padres fueron don Augusto Gebauer y Catalina Klein; el primero nació en Berlín, y la señora Catalina en Hessen. Ellos llegaron como colonos en 1850.
A temprena edad, Manuel manifestaría sus condiciones de hábil artesano en cobre y madera, como en carpintería y ebanistería. A los 15 años de edad obtuvo su primer sueldo: $12.- mensuales, equivalente hoy día al valor de un novillo de 2 años, paga muy satisfactoria para aquellos tiempos, que le permitió economizar con miras a forjar su propia independencia económica, en el ramo de la construcción. Con honradez, tesón y sentido del ahorro ya a los 21 años pudo adquirir 108 hectáreas de campo en Chamiza. A los 23 años se casará con Karolina Marie Berndt, hija de su profesor en la Deutsche Schule. Partirá con ella y 7 hijos a nuestro pueblo. A escasos 2 kilómetros de Paillaco, hacia el poniente, como decíamos, dueño de 1200 hectáreas de cerros y hualves, se hizo el propósito de convertir, en el menor tiempo, en tierras de cultivo y de progreso un suelo aun intocado. Por otra parte, ayudado por los hijos construyó la casa-habitación y las dependencias.
.....De algún modo derribo parte del bosque nativo para subvenir a sus gastos familiares, drenó los hualves, sembró cereales, hizo chacras, alternando la faena agrícola con la carpintería. La gran casa-habitación, bodegas y galpones, obra de sus manos, están todavía en pie exhibiendo a las nuevas generaciones de Gebauer y Stange un tesón alimentado con el aliciente de su fé profundamente cristiana.
La iglesia alemana de Paillaco se levantaría gracias a su iniciativa y al trabajo de sus propias manos. Otros descendientes de los primeros colonos germanos como Francisco Winkler, Juan Siebert, Pedro Schmidt, Daniel Schmidt, Fernado Günther contribuyeron con algunos recursos y maderas para que él, con sus hijos y con su yerno Albino Stange. Merecedor como él de justo reconocimiento de sus compatriotas por sus virtudes morales y su dedicación heroíca al trabajo, dieran cima a aquel lugar de meditación, de místicos fervores.”
Extracto de Alfonso Ross, “Paillaco Crónicas”, pág 189,190,191
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